Este otoño que tanto te quiero
te regalo la lluvia.
La lluvia es todo:
es canción triste, es compañía
es llanto persistente sobre todo el paisaje,
es la caricia que hace temblar el suelo
y elevarse el sexo de las flores,
es la orden húmeda que implanta
los más espesos olores.
Te la regalo porque es como tú:
Extensa, repentina
de estatura cansada por el sol de la tarde,
de ojos también cayéndose camino del invierno
y porque en ella yo me siento tan dulce
como me siento en ti.
De todo lo que vuela y nos hace sufrir,
nada más compasivo y simple que la lluvia,
nada tan frágil y a la vez tan invicto
y nada como su misma promesa de frutos y verdor.
Mírala,
como un mar derrumbado,
como ruinas de una atmósfera de agua que existió.
Muchas veces
me empapa de nostalgia y me hace nudos
que escuecen al tragar,
será porque la lluvia
cubre bosques que has amado conmigo,
nos ha mojado juntos imparcial minuciosa
en lejanas provincias junto al mar.
Ya para siempre tendrás lo que te he dado,
de mi regalo nunca podrás huir
ni devolvérmelo
y cuando llueva cada gota en tu cuerpo será un beso,
un beso que no pide nada a cambio,
que atravesará los impermeables los paraguas
diciéndote con su idioma monótono y dormido
que te quiero.
De Instrucciones para blindar un corazón (Rialp, 1981)
***
en cada llamarada llama un hada
las cosas por su nombre:
león al que lee mucho
tartamudo
al goloso de silencio
higuera a un fuego verde
cuyos hijos
son blandos
dulces
nudos
de luz
el hada inmóvil me llama perverso
me recita:
la pantera era pan
que se comió al hambriento
la rosa risa
de olor
o loor callado
que el hada pálida
abra cada palabra
como la nuez que no es
me de a sufrir su fruto
a comer comas
y ya sólo sintaxis si amigos
sin señas sin dinero
me conceda
el poema
De Las Guerras Civiles. Anaya / Mario Muchnik, Madrid 1995 y Llanto Bailable. La Poesía, señor hidalgo, Barcelona, 2003
***
Rosas cabizbajas en un frasco de café, junto a la ventana.
Afuera ondea la telaraña de las constelaciones,
afuera el silencio abrazado a la oscuridad
hasta que les separe la mañana.
Y en una ingle de la sierra, esta casa.
A la luz de una vela coloco una palabra detrás de otra
como pasos de equilibrista, uno tras otro,
procurando no pensar en más.
Pude amar y no amé,
supe cantar y he olvidado cómo.
Ahora ordeno palabras sin música
Ahora acaricio una mano invisible.
La pureza, la certeza, la calma
lo sé ya,
me han sido negadas.
Mi destino más alto será siempre procurar,
ser víspera
ser gris.
Pero ni un grado más de oscuridad.
De Pornografía para insectos. Pretextos, 2016
***
me fui tras una falda
muy corta
y eras tú
de piernas tostadas como almendras
y así tibias
de niña en niña
acurrucadas
tras tu pelo brillante
como una dinamo
me fui
tras tu boca de flor
que florece entre huesos
me fui detrás de un cuerpo
y era un alma
vestida apenas
de mujer
vestida
de tallo de avena
me fui detrás
y aún no te he alcanzado
eso dices
o parece decir
la grieta
en un jarro de lágrimas
con que me sonríes
De Poemas de amor y no (1981-2005). El Monosabio, Ayuntamiento de Málaga, 2005
***
He pasado la noche en vela
y me he vestido con traje y corbata
para escribir
lo que he descubierto:
el universo es finito
y tiene forma de dodecaedro.
Está ensamblado sin un tornillo
-como una cómoda del siglo XVIII-
por la gravedad.
Una ley tan sexy
que ordena a todo
juntarse a otra cosa
y si puede, acoplarse
y hacer uno de dos.
Lo grande, seductor,
lo pequeño, atraído.
Así tú y yo,
sola y solo y mortales
sobre la vasta, insegura tierra.
A este largo silencio entre los dos
pintado al óleo
podemos titularlo dependencia,
cálculo,
compromiso,
obligación,
piedad
o amor
los que se aman.
(inédito)
José María Parreño Velasco (Madrid, 1958).
Es autor de libros de poesía: Instrucciones para blindar un corazón (1981 y 2009), Accésit al Premio Adonais; Libro de las Sombras (1985), Premio Leonor de Poesía; Las reglas del fuego (1987) Llanto bailable (2003); Poemas de Amor y No (2006); Pornografía para insectos (2014) y Viceversos. (2015). Y de narrativa: Las Guerras Civiles (1995) Premio Torrente Ballester y Viajes de un antipático (2000). También de las antologías Cuentos de Sombras (1988 y 2006) y Ocho poetas raros (con J. L. Gallero, 1992).
Ha editado Diálogo de los mártires de Argel (con E. Sola, 1987) y varios libros colectivos que tratan de la confluencia entre las humanidades y la crisis ecosocial. Es asimismo autor de Arto de Arte. Ensayos de crítica-ficción (2005) y Un arte descontento. Arte, compromiso y crítica cultural (2006).
Vive en Segovia y trabaja como profesor de Historia del Arte en la Facultad de Bellas Artes de la Complutense.
Tres detonantes creativos.
La lectura, las drogas, darle vueltas a una situación.
¿Algún rito preliminar antes de la escritura? ¿Cuál?
No tengo ningún rito, pero si no es una anotación improvisada, me gusta utilizar un bolígrafo que escriba bien y un buen cuaderno. Si escribo en ordenador, me obsesiona guardar todas las variantes y tachaduras.
¿Qué fases atraviesan tus poemas? ¿Cuándo pones fin a un texto?
Aunque algunos poemas los escriba casi de un tirón (algunos poemas cortos han surgido así), lo normal es que un poema sea resultado de meses y frecuentemente años de elaboración. Trabajo los poemas inacabados o mal acabados revisando fragmentos y anotaciones y voy añadiendo algunas líneas a alguno de ellos. Es como si al dar vueltas a una pieza del puzzle encontraras que encaja donde no lo veías. El éxito es total si consigues que la pieza cierre el poema.
¿Cuáles son tus referentes poéticos?
La lista es interminable y entusiasmada: En mi adolescencia, Vallejo, Borges y Rilke. En mi juventud, la poesía clásica española, Juan Ramón Jiménez, José Luis Gallero, Paul Celan. Ahora, Adam Zagajewski, Mary Oliver, Gary Snyder… Siempre ando buscando un poeta, una poeta, que me revele la verdad y lo haga con las palabras justas.
Un consejo al escritor novel:
Uno que me dieron a mí cuando lo era: “cultiva tus obsesiones”.