Sus primeras palabras que también fueron sus últimas
y lo indecible
que él arrebató a la omnívora zona del silencio
José Emilio Pacheco
La palabra de la poesía temblará siempre sobre el silencio y solo la órbita de un ritmo podrá sostenerla.
María Zambrano
I. SILENCIO.
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II. / INICIO – SILENCIO – INICIO – SILENCIO – INICIO – SILENCIO – INICIO – SILENCIO – INICIO/.
La palabra se pospone al silencio, espera,
lo anticipa y duele,
impide palabra que se opone al silencio.
«Poseedor del habla, poseído por ésta, cuando la palabra eligió la tosquedad y la flaqueza de la condición humana como morada de su propia vida imperiosa, la persona se liberó del gran silencio de la materia.»1
Al silencio repetido lo silencia una palabra: la palabra silencia.
El silencio no es una palabra: la palabra es silencio.
Solo el que pasa
repetido por el silencio,
,
sabe que nunca suena igual
El silencio que se nombra no es
porque el silencio es sino está.
«Así como el lenguaje, al ser desvelación de lo oculto, sólo es posible desde el silencio (a la vez que lo oculto se oculta en el lenguaje mismo), análogamente la conciencia se hace explícita desde la situación vivida en la percepción.»2
III. INHALACIÓN DEL SILENCIO.
El silencio se inhala siendo ópalo y cuarzo, siendo la sílice.
Siendo silicosis en la palabra: siendo pulmón frente al silencio se inflama.
Pero el pulmón así concita al silencio.
Hacia afuera se asoman las preguntas en el habla abalconada:
lobos quietos, blancos, respiran
la curvatura de cristales
hacia el interior en el que crece la persecución al salto.
Las respuestas se difieren entre cuerdas
y pausas, es la exaltación en la liturgia del polvo.
La duración indecible en la que callar para la escucha, de las no-palabras, de la agitación del mármol o la velada de la luz, indispensable en la insonoridad de lo poético.
Es la duración lo que comparten el silencio y el sonido.
IV. MUDEZ, SILENCIO, VACÍO, NADA.
El silencio no es mudez, el sonido acompaña a la mudez. La mudez no se abstiene de las ondas y no priva la presencia del chirrido, del golpeo de las teclas o el graznar sobre los túmulos, semitono imposible por la atrofia involuntaria.
No se ausenta el silencio, la voluntad la ejerce el emisario: la renuncia intangible al testimonio respira modulada.
Oclusión o ensuciar el aire.
¿Dónde se proclama la pureza silente? ¿dónde la callada presencia de lo no-enunciado? ¿Dónde se sitúa el eje congelado del perímetro y el área?
Alrededor del vacío, en el centro obsceno de la nada.
Quién pretende abortar el núcleo de la hipnosis si todo confluye en el último y desprovisto instante del vacío, en la abdicación de la palabra.
«Eugenio Trías dice en Esencia del arte moderno que un arte verdaderamente moderno (en el sentido de una conciencia de su historicidad) tiene una aspiración hacia la nada, que desemboca en ella. Esa aspiración es, en la poesía moderna, el silencio.»3
El vacío permea el silencio,
solo si, solo si, solo si,
solo si
la nada.
No habléis durante el acto de la nada.
«Y para no ser devorado por la nada o por el vacío haya que hacerlos en uno mismo, haya a lo menos que detenerse, quedar en suspenso, en lo negativo del éxtasis.
Suspender la pregunta que creemos constitutiva de lo humano. La maléfica pregunta al guía, a la presencia que se desvanece si se la acosa, a la propia alma asfixiada por el preguntar de la conciencia insurgente, a la propia mente a la que no se le deja tregua para concebir silenciosamente, oscuramente también, sin que la interruptora pregunte la suma en la mudez de la esclava.»4
V. SERES Y SILENCIO.
No hay palabras en los seres vegetales
a. Hacia el hospedador crece la planta, ahí está su mensaje.
b. La trepadora vencido su enredo demanda expresa la poda, clamor es la exuberancia.
c. La piel encarnada del huerto tienta un bocado, ofrecimiento es su ansia frente al mordisco.
d. La vibración del insecto la supervivencia: en vuelo o en cortejo todo es respeto.
e. Y el pájaro, el pez, el perro, la figura perturbadora de la diosa mutilada; seres labrando, diálogo de las piedras.
f. Continuidad interrumpida, discontinuidad aflorada.
«Que el habla articulada sea la línea que divide al hombre de las formas innumerables de la vida animal, que el habla deba definir la singular eminencia del hombre sobre el silencio de la planta y del gruñido del animal -más fuerte, más astuto, de más larga vida que él – era doctrina clásica mucho antes que Aristóteles.»5
VI. POESÍA Y SILENCIO.
Abordar el silencio como cuerpo de lo poético. El silencio ofrece residencia a la palabra, alojamiento.
«La poesía es el ámbito propio de este encuentro de un abismal silencio que viene hacia la palabra y de una palabra paradójicamente proyectada fuera de sí, hacia el silencio que la reclama.»6
Y es ahí donde, de súbito, emerge lo inefable en el mutismo, engullendo una palabra y nutriendo la siguiente y así el temblor venerado se regocija y el silencio matricial pacifica toda némesis y convoca la entelequia.
En el extremo de su carne, solo ahí, el silencio tiene un brillo reverente dirigido desde y hacia la erupción extrema que será palabra y conmoción, reacción meditada de lo perpetrado por el momento blanco, óseo, pleno de historia inenarrable.
Proferir necesita del silencio.
Necesita el no-lugar de necesidad sacramental, el no-sitio de la congregación discontinua, sin rotura: papel-cielo-resplandor-mirada absorta- contemplativa – desfallecimiento – desenfoque – ceremonia de arena – metamorfosis de circo.
VII. PREGUNTAS.
¿Está el poema dentro del todo primitivo que es silencio, o por el contrario es ahí, entre los versos donde se anuda en él la palabra?
¿Puede el poema proferirlo, es el todo del poema un transporte hacia el silencio, hacia el todo donde expulsa su misión? ¿Cuál es la hipótesis del poema?
«Este viaje poético hacia el origen, hacia el caos originario, supone pues la apertura de la palabra a todas sus significaciones y articularía un movimiento sintético propio del misterio y de la mística.»7
El silencio nos permite el mundo. Nos permite el poema.
VIII. POEMAS.
PALABRA
a María Zambrano
Palabra
hecha de nada.
Rama
en el aire vacío.
Ala
sin pájaro.
Vuelo
sin ala.
Órbita
De qué centro desnudo
De toda imagen.
Luz,
Donde aún no forma
Su innumerable rostro lo visible
Jose Ángel Valente (Material Memoria, 1979)
VERGÜENZA DE LAS PALABRAS
A veces me avergüenzo de las palabras
y querría ser una cuchara, un reloj,
un taburete, un hilito,
un objeto humilde y mudo
al que se toma y quiere sin saberlo.
Una presencia pura y muy callada
como algunos rincones,
una fiel quietud
eternamente cercana.
Un pan querría ser yo,
mordisqueado con ganas en un baldío.
Susana Thénon (Paraíso de nadie, 2022)
El SILENCIO
Oye, hijo mío, el silencio.
Es un silencio ondulado,
un silencio,
donde resbalan valles y ecos
y que inclina las frentes
hacia el suelo.
Federico García Lorca (Poema del Cante Jondo, 1931)
FINAL
Ningún sonido o signo se te impone.
Nada de lo que eres
te invita a ser su voz.
En vano insiste.
Sólo
este silencio firme te acompaña.
Este silencio
más tuyo ahora
que tu propia voz.
El invisible punto
ya ha llegado.
Ya sólo en ti
final
la transparencia.
Jaime Siles (Música de agua, 1983)
SILENCIO
silencio
yo me uno al silencio
yo me he unido al silencio
y me dejo hacer
me dejo beber
me dejo decir
Alejandra Pizarnik (Otros poemas, 1959)
27
El silencio que queda entre dos palabras
no es el mismo silencio que envuelve una cabeza
[cuando cae.
ni tampoco el que estampa la presencia del árbol
cuando se apaga el incendio vespertino del viento.
Así como cada voz tiene un timbre y una altura,
cada silencio tiene un registro y una profundidad.
El silencio de un hombre es distinto del silencio de otro
y no es lo mismo callar un nombre que callar otro nombre.
Existe un alfabeto del silencio,
pero no nos han enseñado a deletrearlo.
Sin embargo, la lectura del silencio es la única durable,
tal vez más que el lector.
Roberto Juarróz (Sexta poesía vertical, 1975)
ARCÁNGEL DEL SILENCIO
También bajo la tierra brota amor,
la verme blanca y la mosca azul
que a los huesos cortejan,
dando paso a un gemido
que acuna las raíces.
Y en la sumisa mansedumbre
del despojo la mutación se inicia.
Vosotros, los que mi voz
ajena a vuestra voz considerasteis,
vedla emerger ahora vegetal,
como yo veo la leve niebla
debajo de los párpados cerrados;
ved cómo nace en las madreselvas
el néctar que un día
entregó mi boca al poema
y me torno amoroso silencio
en su perfume.
Clara Janés (Arcángel de sombra, 1999)
BIBLIOGRAFÍA
1 Steiner, George: “Lenguaje y silencio” (Gedisa, 2003) p. 55
2Ferrer Santos, Urbano: Algunas claves de la hermenéutica de Gadamer, p. 176. Recuperado de https://dadun.unav.edu/server/api/core/bitstreams/e81e47fa-76e4-4f81-9f55-d873d69b7ad0/content
3 Jaramillo, Carlos Andrés: El silencio de la poesía. Conferencia leída el 16 de Julio de 2018.Recuperado de https://carlosandresjaramillo.wordpress.com/2018/07/17/el-silencio-de-la-poesia/
4 Zambrano, María: “Claros del bosque” (Seix Barral, 1977)
5 Steiner, George: “Lenguaje y silencio” (Gedisa, 2003) p. 56
6 Corigliano, Julio Antonio: Poesía y silencio
7 Del Pozo, Marta: La poética del silencio como centro gnóstico en María Zambrano, p.6. Recuperado de https://digitalcommons.georgiasouthern.edu/cgi/viewcontent.cgi?article=1085&context=thecoastalreview
Marisa Bello
Consejo editorial Anfibia