PARTE I. PROFILAXIS EN LA ESCENA DEL CRIMEN
Es protocolario respetar el perímetro de la escena del crimen.
En la escena del crimen una mujer, la mujer-cadáver, ha de permanecer intacta1, a salvo de cualquier intromisión -táctil en esencia- y, de este modo, preservar de contaminaciones toda investigación posterior.
Deben, además, permanecer ilesas las retinas de los mirones, pues la visión de la mujer-cadáver podría acarrearles algún daño por adyacencia -véase maculopatía, véase desprendimiento, véase encogimiento de humor vítreo, véase encogimiento de humor acuoso – así que es siempre aconsejable no presenciar la imagen de la mujer-cadáver -véase la mujer muerta, véase el cuerpo del delito, véase la víctima, véase el cuerpo extinguido, véase la vida conclusa, véase la prueba fehaciente del hecho criminal, véase la evidencia física de la comisión de un homicidio–.
En definitiva, evitar que se vea lo que ha sido objeto de dicho hecho.
Aunque nadie quiera ver a la mujer-cadáver.
Aunque todos quieren ver a la mujer-cadáver.
Esta medida resulta especialmente necesaria observar en aquellos que nunca han contemplado a una mujer-cadáver, pues es esta una prolongación deforme de la mujer-plena-turgente-seductora-contenida que contraría de forma innecesaria al espectador medio de cualquier escena media del crimen medio.
No está de más añadir lo obvio: la mujer-cadáver pudiera presentar algún desgarro, algún sangrado, alguna mueca. Amputación de extremidades, mutilaciones repartidas, desmembramientos, falta de arreglo, compostura, emplazamiento aleatorio de porciones- cuya repugnancia desembocara en la siempre tan inapropiada (y contaminante) náusea, máxime si es dentro del perímetro de la escena del crimen, sumando efectos a los oculares enumerados en el párrafo dos (véase el párrafo dos).
Así pues, la paciencia ha de regir entre aquellos que, atraídos por la nívea imagen presupuesta de la mujer-cadáver-, pudieran cometer la precipitación primaria de mirarla y entregarse sin más a la vertiginosa e irrefrenable pulsión escópica.
Aunque todos quieren ver a la mujer-cadáver.
Aunque nadie quiera ver a la mujer-cadáver.
Recordamos lo importante: no tocar, no mirar, tener paciencia.
Sin embargo, y lamentable, nada es rápido en estos casos, puesto que antes del servicio funerario, al tratarse de una muerte no resuelta, ha de procederse a cumplir con el protocolo policial que se promete meticuloso y exhaustivo aun a riesgo de putrefacción si resulta prolongado.
Desglosamos pues algunos de los procedimientos clave de dicho protocolo, a saber:
1. Inspección ocular de la mujer-cadáver. Diligencia consistente en el reconocimiento del lugar donde se cometió el delito, recogiéndose y conservándose, en su caso, los vestigios o pruebas materiales de la perpetración del mismo (ver Tomas y evidencias).
2. Identificación de la mujer-cadáver y determinación de la hora de los hechos. El tanatómetro es utilizado para determinar el intervalo post-mortem. Este dispositivo está diseñado para
Medir la temperatura rectal de la víctima
rectal de la mujer-cadáver
rectal del cuerpo extinguido
rectal de la vida conclusa
rectal de la prueba fehaciente
3. Tomas y evidencias:
De huellas digitales, de rastros de pelea,
de muestras de ADN y de fotografías.
De huellas y de sangre, de las embarraduras,
pisadas, las calzadas, las descalzas, pisadas
hechas por animales, las de los invisibles.
Las de los neumáticos, las de las herramientas,
también de contusiones, y de las colisiones,
las de las rasgaduras, y las descoseduras.
Señales de carmín o marcas de los dientes,
las uñas, las mordidas, estigmas ungueales,
las marcas de la ropa, las hojas de papel,
la lista de la compra, recados, orificios.
Los pelos o las fibras, la ceniza, los polvos,
las esquirlas, las huellas de inherentes volátiles,
las costras, limaduras, aserrines y armas.
¿Cuáles son las características humanas indestructibles toda vez que el ser humano ha sido destruido? ¿cuáles permanentes, repito indestructibles, registrables, repito indestructibles, diferenciables de una mujer-cadáver a otra, repito indestructibles, en una mujer-indestructible-cadáver?
4. Formulación de las preguntas primas:
¿qué? ¿quién? ¿cuándo? ¿dónde? ¿cómo? ¿con quién? ¿por qué? ¿por qué? ¿por qué?
¿por qué?¿por qué?¿por qué?¿por qué?¿por qué?¿por qué?¿por qué?¿por qué?
5. Levantamiento de la mujer-cadáver.
Para el revelado de las huellas se optará por el revelado con cianocrilato. Químicamente, este producto es conocido comúnmente como “La Gotita”. La huella así obtenida es blanca y en relieve, como la de Blancanieves, mujer-cadáver.
En cuanto a la fotografía forense preliminar decir que debe de ser realizada lo antes posible para que la escena del crimen no se manipule, no se altere, no se desvanezca en la retina, para que los indicios no se pierdan, no se deterioren, que no desaparezcan, se escondan, se silencien, se callen las personas, objetos, las marcas y escenarios.
– No estornude sobre las muestras. El manejo inadecuado de la evidencia física conduce a su contaminación, deterioro o destrucción. La evidencia física corre el riesgo de convertirse en una evidencia-cadáver.
Una vez finalizado el protocolo, se podrá ejercer la observancia del cuadro posterior ya alejados de la escena, en un lugar de sosiego, en un solaz funerario donde las despedidas se dicen en silencio, y donde las miradas reposan cabizbajas con gran delicadeza.
Todo ello con la esencial intervención de la tanatoestética: cada pliegue en su lugar, pespuntes los justos, sutiles; poco notorio el maquillaje, pero eficaz; pequeños retoques dentro del conjunto; la cera de látex imprescindible; el pelo atusado, los labios rosáceos, una Blancanieves para todos.
Al fin y, por fortuna, la mujer-cadáver transmutada en la mujer-angélica-virgínea, intacta para siempre, honrada y recordada. Será pura quietud de urna.
Aunque nadie quiera ver a la mujer-cadáver.
Aunque todos quieren ver a la mujer-cadáver.
Pero, la mujer-cadáver, con los párpados cerrados escucha voces, con la tapa cerrada escucha voces, con las manos prolijas, las piernas paralelas, los cabellos peinados escucha voces, el abdomen impropio, hondamente macizo por un líquido ajeno: formaldehído.
Notas
1. Entiéndase intacta tal y como recoge la RAE:
· 1.
adjetivo
No tocado o palpado.
· 2.
adjetivo
Que no ha padecido alteración, menoscabo o deterioro.
Siempre hablamos de «intacta» post-mortem, no pre-mortem. Se sobreentiende una alteración, menoscabo o deterioro, además de un tocamiento o palpación de la mujer-cadáver para que exista.
Marisa Bello
Consejo editorial Anfibia