SIGNOS ARMADOS
La metapoesía, una serie de impactos visuales y conceptuales, destilaciones personales de poesía concreta y una especie de declaración de principios son los elementos que vertebran ‘Signos Armados’.
El color azul de los modernistas, pero también de los azulejos portugueses, recorre estas láminas sutilmente. Con esto he buscado hacer un guiño a Óbidos, villa en la que viví y realicé mi propuesta, el mes de octubre de 2023, gracias a Granada Ciudad de Literatura UNESCO que me brindó esta oportunidad a través de una residencia literaria.
Como ya planteó el grupo Noingrandes en Brasil en la década del 50’, un poema concreto ocupa el espacio dado por la página como herramienta expresiva, arriesgándose a jugar con la disposición del texto sobre la hoja, dando importancia al lenguaje visual. Y yo he querido tener como punto de partida las tipografías, los espacios en blanco, las señales de tráfico, la cartelería publicitaria, los supuestos símbolos universales, es decir, lo icónico, para luego llevarlo al terreno de lo metapoético, del análisis del acto de escribir poemas en la actualidad y, con pocos elementos y versos, transmitir una idea, una postura vital o una emoción. Desde sus comienzos la poesía concreta buscaba una “economía” del lenguaje, y en esa estela he deseado seguir con este pequeño trabajo. Además, usando programas y herramientas digitales muy sencillas para su realización: en este caso lo importante era la reapropiación de lenguajes populares empapándolos del análisis acerca de la poesía y los poetas. De alguna manera, no solo tiene ecos de los admirados y conocidos españoles Joan Brossa y Cuca Canals, también de artistas de mi tierra de origen −Chile−: en estas láminas late con fuerza el legado de Nicanor Parra, Guillermo Deisler o Carmen Berenguer que, con tanto acierto, fusionaron imagen y palabra. Ellos y muchos más autores que abordaron y dialogaron con lo plástico, han sido mis referentes en esta búsqueda.
Cierta profundidad, amor por la lengua y en especial una mirada esperanzada y teñida con leves toques de naif podrá apreciar el que se acerque a mis ‘Signos armados’.
Marina Tapia
Marina Tapia (Valparaíso, Chile. 1975).
Poeta y artista plástica. Desde el año 2000 reside en España y desde el 2013 en Granada.
Ha publicado los libros 50 Mujeres desnudas (Amargord, 2013), El relámpago en la habitación (Nazarí, 2013), Marjales de interior (Aguaclara, 2017), Jardín imposible (Ayuntamiento de Baena, 2020), El deleite (Ayto. Vélez Málaga, 2020), Corteza (El Envés, 2022), Un kilim de palabras (El sastre de Apollinaire, 2022), Bosque y silencio (Ayto. Aguilar de Campoo, 2022) e Islario (Amargord, 2022). Ha coordinado El pájaro azul. Homenaje a Rubén Darío (Artificios, 2016).
Sus poemas han sido incluidos en una treintena de antologías, y un conjunto de ellos han sido traducidos al griego y al portugués.
Entre sus premios destacan: Voces Nuevas (2007) de la editorial Torremozas; Arte Joven La Latina de la Comunidad de Madrid, 2008; Paco Mollá 2017; Certamen poético de Guadix 2014; Ciudad de Baena 2018; Joaquín Lobato 2019; III Certamen de Poesía Social Mujer, Voz y Lucha; Águila de Poesía 2021; 8 de marzo por la Igualdad de La Zubia 2023 (en la categoría Cultura); Residencia Literaria en Óbidos, Portugal, de UNESCO; Ángel Martínez Baigorri 2024, entre otros.
Ha coordinado el espacio Compartir poesía de la Fundación Entredós (Madrid), ha impartido talleres de creación literaria en la biblioteca de La Zubia (Granada), en la de Huétor Vega (Granada) y para la Asociación ALIAR, y el taller “Pintura y poesía: vasos comunicantes. Recursos del lenguaje plástico aplicados a la poesía” en La Madraza (UNESCO, UGR).
Ha formado parte del catálogo de Animación a la Lectura de la Diputación de Granada y del Programa María Moliner 2019 del Área de Igualdad y Juventud. Pertenece al Institutum Pataphysicum Granatensis, a la Ronda Andaluza del Libro, a la Asociación de mujeres poetas Genialogías y a Poetas por el Clima de Córdoba.
En el campo de la pintura ha realizado diversas exposiciones colectivas, entre las cuales destacan: Artistas en el exilio (Madrid, 2002, 2003, 2004); Arte Iberoamericano (Madrid, 2002); muestra en Casa de América (Madrid, 2007); Cáceres acoge (Cáceres, 2007); Integra (recinto Ferial IFEMA de Madrid, 2007); Vórtice X (Valencia, 2009); Mujeres Latinoamericanas en el Arte (Madrid, 2012).
Y también ha realizado muestras individuales en la Fundación Entredós (2009, Madrid); en el Café Cultural Libertad 8 (Madrid, 2010, 2011); en la sala Vimaambi (Granada, 2013) y en el Centro Artístico, Literario y Científico de Granada (2019, 2021).
Ha ilustrado el libro Astrolabio (Reino de Cordelia 2020) y Nubes de piedra (Fagus 2023); las revistasVentana Latina (Londres, 2011), Al otro lado del espejo y Lumbre (Granada, 2020). Ha realizado el cartel del XI Congreso Internacional de Literatura Infantil y Juvenil (Granada, 2017).
En el año 2013 ha sido invitada por el Consulado de Chile a exponer una muestra de su obra en China (Lishui y Shangai).
Tres cataclismos creativos:
¿Cómo surgen tus poemas? ¿Qué chispazo desencadena el primer verso? ¿Cuál es el primer latido que inicia la vida de un poema/proyecto?
He ido variando bastante y, en cada etapa, los poemas han ido surgiendo de distintos estados, ideas, reflexiones y como diálogo o contestación a la realidad. El primer latido suele ser una palabra, el lenguaje y su sonoridad; pero también suelo tener los sentidos muy despiertos, a flor de piel, y un olor o textura me lleva a escribir. El diálogo con otras autoras y autores que leo, las citas que extraigo de sus libros, suelen ser un buen punto de partida y acicate; por eso van sucediéndose diferentes procesos de búsqueda y escritura.
El libro de la revelación y el camino dice, «la labor de aproximar lo inconsciente a la parte consciente es una tarea que ocupa toda una vida». ¿Hasta dónde lo logras, quedas alguna vez satisfecha? O, lo que es lo mismo, ¿cuándo es el momento de abandonar un poema?
El camino de la poesía también es una ruta de autoconocimiento, aunque esto para mí no sea el único objetivo de la escritura, también persigo el juego estético, una cierta pauta musical, la indagación en las posibilidades y límites del lenguaje, la reinterpretación de lo que ya se ha escrito; en fin, trato de que mi trabajo no sólo parta desde un “yo”, busco no mirarme solamente a mí misma, ir también hacia lo colectivo. Lo inconsciente va aflorando como un borboteo subterráneo que se recoge y asoma. Y solo cuando contemplo mis escritos con la distancia del tiempo, puedo ver parte de la persona agazapada en mí que los escribió. No he buscado nunca quedar satisfecha ya que sé que esto es muy difícil. Escribo, pulo mucho, espero, vuelvo a pulir y abandono el texto. La mirada está en constante evolución o situándose desde distintos puntos, por eso, llega un momento que no es conveniente seguir corrigiendo: mataría la frescura y verdad de la “identidad” que escribió ese poema que, quizá, ya no es la misma que late en el ahora.
¿Qué ecosistemas poéticos o artísticos nos querrías recomendar? Lugares escondidos, secretos u olvidados.
Quisiera recomendar la escritura de ensayo basada en los procesos y en la observación de la naturaleza. La escritura de Annie Dillard por ejemplo. La lectura de ensayos y de filosofía despierta un deseo de vivir más consciente cada momentos, de alejarse de lo superficial y de relacionarse con la realidad íntimamente. Creo que el pensamiento modulado en el papel enriquece a la poesía.
Y un lugar secreto para mí, es el bosque de los sentidos más olvidados: el olfato, el tacto y el gusto. Nuestra sociedad tiene una cultura básicamente visual y auditiva. Si uno se fija, hay poquísimas palabras para describir olores y sabores, también el tacto posee un vocabulario escueto. Un reto interesante sería ampliar las expresiones relacionadas con ellos, haciéndolas más precisas, coloridas y envolventes. Este pequeño universo sensorial está allí siempre esperándonos como un jardín secreto.
¿Cómo vives la parte nada poética de la difusión de tu obra?
Uy, difundir es lo que menos me gusta. Me identifico más con la palabra “compartir” mi trabajo. Un compartir alejado de la necesidad de entrar en la rueda del comercio, del ego y de la autopromoción. Muchas veces las editoriales y el mundillo de la escritura te empuja a estar constantemente en movimiento, a estar “visible”, a vender un determinado número de ejemplares; esto no es nada agradable, me incomoda sentirme “comerciante de mí misma”. Por eso es fundamental buscar tiempos de silencio, espacios para apartarse, para pensar, para leer y meditar, volviendo a la raíz de la poesía. Y siempre recordar que la creación es un compromiso con las palabras y con los demás. Que lo que importa es entregar lo más depurado de nosotras.
¿Qué don de la naturaleza desearías poseer?
Me encantaría poder volar. Los pájaros son los animales que más me gustan. Es impagable esa armonía y comunión con el espacio abierto que nos transmite su vuelo. De hecho, muchas veces sueño por la noche que tengo esta facultad y es tan intensa la sensación que, aun cuando ya estoy despierta, sigo experimentando el aire y la ingravidez.
Un consejo al/a la poeta que está iniciándose.
Leer mucho a diferentes autoras y autores, y siempre variando: distintas épocas, corrientes, estilos. Y no tener prisa por publicar. Disfrutar con el proceso de ir degustando nuevas palabras, experimentando con distintas disposiciones, jugando y relacionándose con el lenguaje como algo vivo. No tener miedo a la métrica, ese delicioso corsé que muchas veces puede mostrarnos otras esquinas ocultas de nosotras mismas. Pero, en especial, les aconsejaría salir a espacios abiertos a caminar (es curioso como el andar va activando nuestro pensamiento, intuiciones, zonas de nosotras ocultas). Les animaría a sentir los elementos del mundo, aprehenderlos, crear intimidad con los paisajes y con los pequeños objetos: en todo podemos encontrar la poesía, no sólo en los escenarios −ya tan gastados− de la sentimentalidad humana.