Cayre Alfaro Fonseca

PARK

TOMA UNO

Tony Hawk llega a Lima para salvar
al Skatepark de Miraflores. Acaba de abrir
una ONG a favor de los derechos
skaters. Esta es su primera misión
internacional. El problema es el castellano.
No habla castellano. No habla
otra lengua, solo inglés. “Habla pe habla”,
le dice @monopunkveganskater. Tony se queda
sin palabras. Otro local del Park de Miraflow
se acerca y le da el puño en señal de amistad.
“Tú sí eres on on pero mol”, agrega,
y le da otro puño en señal de gracias,
de amor. “Off ni por error”, responde Tony,
en un arranque de luminosidad. Entra, entonces,
a la poza y da un aéreo novecientos,
mil cuatrocientos cuarenta, dos mil sesenta.
El cemento se conmueve. El mundo entero aplaude,
grita. Los serenazgos no saben qué hacer,
qué protocolo acatar. Llega una minivan
con el logo de la ONG. El mundo entero entra
en un auto sin licencia. Un paseo sin retorno.
El día termina en Hensley, entrada libre.
Tony le invita cerveza al mundo entero.
“Por la revolución”, dice, o “for the revolution”,
a decir verdad, y el mundo entero alza botellas:
¡Salud!

TOMA DOS

Un periodista se entera de la presencia
de Tony Hawk en Lima. Pretende una entrevista,
un reportaje. O una crónica, un documental.
Agenda una fecha en su agenda, escribe
por la tarde de ese mismo día, al bajar
del micro. O baja del paradero antes,
camina por el Ejército, para en una bodega
por una pirañita. “A los tiempos”, lo reconoce
la vendedora. “Vuelvo luego de una carrera
universitaria”, confiesa, pero no precisa
los años: son más de los que querría aceptar.
Todos se van, pero al final regresan.
Es como una maldición. O una bendición.
Depende desde donde se vea, como las comillas
que se borran y las palabras que se confunden.
Como el periodista que entra a un lugar
repleto, esquiva cuerpos desconocidos
y se aproxima a un dios sin enemigos,
sin mayúsculas. Le hace la pregunta de su vida.
Tony responde: “Sorry, I don’t speak Spanish”.
No hablo otra lengua, pero una palabra tuya
bastará para sanarme. 

TOMA TRES

Tony Hawk ausencia su excusa
por asuntos de fuerza mayor:
“No voy a salir del hotel
hoy, tengo pendientes, temas
familiares por resolver”.
Y comienza a leer.
Ese es el tema familiar:
leer la novela de autoficción
escrita por su hijo favorito.
Riley es mejor skater que yo,
pero a este lo quiero más,
piensa, no lo dice
—lo piensa en inglés
of course, darling—
hace tanto que no leía
un libro tanto que no
podría recordarlo
el libro lo conmueve
nunca se había pensado
tan ausente le pesa
su ausencia le duele
su ausencia ojalá
no lo hubiera leído
ojalá no se hubiera
escrito ojalá hubiera
estado al lado
de su hijo al lado
de sus hijos
ojalá hubiera
estado.

TOMA CUATRO

Un plantón frente a la municipalidad de Miraflores.
El alcalde tampoco habla castellano. Habla números,
habla cifras. No hay diálogo. Emiten palabras,
comunicados. Fallan. El mundo entero
da cuenta de su falta, de su incompetencia. Last try,
dice. Una más, como adolescente intentando el cerrador
de su primera parte. Y la negativa como policía
que no ve posibilidad de coima en juventud. A esa edad
no hay dinero, no hay posibilidades. Más grande tampoco.
Solo deudas que te derrumban: partes tabla,
no hay repuesto en el skateshop, vuelves caminando.
Un coro te sostiene: “Siempre en skate / y nunca de rodillas”.
Al fin perteneces a algo. Nunca soñaste
una familia. Agradeces antes de dormir.

TOMA CINCO

Tony Hawk toma la Costa Verde. Una expropiación
pública. Una ola de skaters inunda la bajada
Armendáriz. Bocinas de autos golpean
sonidos de uretano fundiéndose en concreto.
Los medios apoyan un acto político como algo
pintoresco, una anécdota que vale la pena
contar en señal abierta, en prime time, en lugar
de otras protestas, en lugar de la represión
policial, en lugar de la muerte peruana del Perú.
Un discurso entre megáfonos, salen palabras
contra el Estado, contra la autoridad, contra
las bicicletas. El poder se vuelve bioamigable,
transita las calles con una canasta en el timón
—nunca los botan de los parques, más bien
cierran las calles para que pasen en alfombra
no roja, el rojo es comunista, son especialistas
en semiótica—. Hay una hiperconciencia 
al armar una parte de skate. Una videoparte. Una serie
de tomas hacia algún sentido, algún enlace, alguna
premier. Todo termina en la fiesta. Tony sale.
La niebla limeña desvanece entre sus ruedas. 

TOMA SEIS

Una toma de transición. Algo descriptivo:
esqueletos de edificios a medio construir,
restos de árbol al acantilado, gallinazos
danzando en cielo gris, no nubes, no estrellas.
Convocan una conferencia de prensa.
Convocan un plantón. Convocan a clases
de skate para niños sin habilidades sociales.
Hay convocatorias. No hay diálogo.
El alcalde es anónimo, desconocido.
El partido, en tanto, es fascista,
incompleto. El fascismo es una identidad
compartida. Una ratonera puesta en escena.
Un best trick para romper la tensión.
El campeonato acaba, cierran las rejas
y nadie recuerda el nombre de los ganadores.

TOMA SIETE

Tony Hawk llega al aeropuerto. O se va.
Todo se torna confuso. Hay paro
nacional. Tony tiene que regresar
al hotel pateando, tampoco hay taxis.
Todo un país comprometido con la revolución.
O con algo que no es la revolución.
Comprometido, en todo caso. Endeudado.
Eso basta. Tony sonríe y atraviesa Faucett,
La Marina, Javier Prado. En algún momento
piensa en tirar la toalla, rendirse.
Pasar la noche en el parque, dormir
en la poza, abrigado por su tabla,
hasta que todo vuelva a abrir.
Tengo un país, y no es el mío,
hasta que nada vuelva, nada.

[TEASER – PARK]

hay belleza en el chico que patina
mueve el músculo y avanza
sin rumbo predeterminado 
hay belleza en el malecón
el chico atraviesa la vereda
contra el sentido del viento

hay belleza en la caída
el chico grita directo a la tabla
golpea un taxi en movimiento 

no hay belleza en este verso
tal vez en el siguiente


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