Arantza Moreno

LA LUNA SALE PRONTO

Y la luna sale de pronto,
buscando rendijas en las paredes,
hoy se ha vuelto invisible,
demasiadas luces iluminan la noche
y un niño, con los ojos de un viejo
cansado de mirar
confunde una bomba con una estrella fugaz
él, inocente, pide un deseo.
No sabe que nadie escucha, nunca.

Y la luna sale de pronto,
Alumbrando las líneas del destino
Unos labios hambrientos
aprenderán a olvidar a sus muertos
aprenderán a besar siendo viejos
buscan sin remedio, sin redención,
un lugar donde esconderse
que seguro, estallará también.

Y la luna sale de pronto
la angustia, sin rostro y sin edad
sin nombre, ni esperanza, muer
ahogada, agotada de escapar
y boquea asustada ante la nada
con el futuro hecho añicos,
como minúsculas escamas de un pez
en un fregadero que siempre gotea.

Y la luna sale de pronto
En un páramo que lo cubre todo
Mientras la vida, invisible,
huraña, huérfana ya de seres humanos
se atraganta cual caníbal
masticando a dos carrillos
y escupiendo las sobras
en el viejo orinal que hoy
da licencia a la barbarie.

Y la luna sale de pronto
mas, pasará inadvertida,
otros fuegos alumbrarán esta noche los escombros
y golpearán los juguetes y robarán el pan
y los sueños morirán escondidos
Pero no hay por qué preocuparse
la historia lo recordará en los libros de texto.
Y el poder comprará un olvido selectivo
que apaciguará conciencias.

Y la luna espectadora del mundo
saldrá de nuevo vigilando,
caprichosa e inconstante
recorriendo el cielo oscuro y profundo
¿qué alumbrará entonces en Gaza
cuando ya no palpite nada?

MADRE

Tiraría, madre,
uno a uno
los muros de esta casa
mientras gritas que no es la tuya,
mi infancia, madre,
se desvanece en tu conciencia.
Rompería los rostros que adornan tu salón
porque ya no son los tuyos,
y yo, madre, me precipito al vacío.
Gritaría mi nombre en tus oídos,
cavidades lejanas y oscuras
y vacías y oscuras
y perdidas y oscuras.
No encontraría el alarido de mi nombre
muro alguno que lo detuviera
para devolverme siquiera el eco de sus letras.
Y yo te besaría, madre,
te besaría,
como siempre,
las manos,
la frente y las mejillas,
Besaría, madre, tus ojos,
ajenos a los míos,
ajenos a mi nombre
y al tuyo.

***

Mi espina dorsal es un sauce
en el que yacen todos mis recuerdos
un día cerré esa puerta con llave
y olvidé o no quise abrirla de nuevo.

Un espejo atroz crece en mis entrañas
mostrando una senda remota
aquel camino que pisé hace mucho
no sé porque retorna a él mi memoria.

Poco a poco se abren las puertas
las cerraduras y cancelas
las gruesas cadenas se parten
caen los candados a mi paso
cual lluvia gruesa, fría y gruesa.

No tengo ni siento prisa por llegar
mi destino está en ningún lugar
hoy me siento como Pandora
comprando cajas en un chino.

Sin embargo, despacio muy despacio
aparece ante mis ojos la vida
aquellos lejanos momentos
que abandoné en un viejo portal
y retorno sin querer volver
a un crujir de madera bajo los pies
y a las carreras por aquel pasillo
que entonces parecía interminable.

Regresa la párvula algarabía,
el júbilo de niños en la casa
suspiros castigados en un rincón,
un cristal roto en la ventana
y risas cómplices y alborotadas.
me pregunto porque añoro esos días
quizás porque hoy las palabras que yo amo
perdieron la efe de familia
perdí la hache de hermano
me despojo de todos mis atuendos
me sumerjo sin miedo en el pasado
gravito en el ojo de la tormenta
no me pesan ni el agua ni los truenos
y solo temo no querer queriendo.

Hoy regreso en silencio a nuestra casa
al olor de madera vieja
me pregunto, si fue tan bello
por qué olvidar aquellos tiempos
mientras sueño el pensamiento
Vuelven los dichos de la abuela
aquella paga del domingo.
olor a pan tierno y chocolate
a canela en torrijas recién hechas
mercromina curando las rodillas
las linternas que alumbran bajo las mantas
viejos tebeos y los libros de Enid Blyton.

Quiero, si, quiero e intento retener los recuerdos
callados demasiado tiempo
gritan, resuenan y estallan en mi cabeza
como lejanos tambores de guerra

golpean con fuerza en el pecho
no sé descifrarlos en este silencio
quizás solo sean un agudo murmullo

los intensos latidos de una niña
que olvidó por querer crecer
y recordó por haber crecido.


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